Relatos de madres ( II de III)

Sí, ella está fuera de foco.

El foco está fuera de ella, la luz de tungsteno sin filtro entre sus ojos y el polvo granulado en su imagen. Sin remedio, ¿a cuánto la caja de acetaminofén?  

Ella. Ella y el claroscuro de su alma. Sin remedio, está jodida hace rato y fuera de foco, valga la reiteración pretenciosa de sus ganas cinematográficas por describirse  sentada desnuda en este frío piso junto al ventanal sin cortinas que pidió jamás instalar. 

  • ¡Grandísimo hijo de puto! No paró.
  • Es de puta – dice él- hijo de …
  • La chica lleva una hora esperando el bus. No es justo.¡Grandísimo hijo de puto! Estoy segura de que vio la seña de ella… No me vengas con tu idiosincrasia idiomática, corazón.

Él, el plural de sus fracasos amorosos, un pequeño burgués de mierda que quería ser padre y vió en el vientre de ella un buen hogar para su débil esperma, la reta con la mirada desde la cama deshecha que da al ventanal.

  • Deja de fumar, le puede hacer daño al niño.

¡Ah, sí!, ella fuma apaciblemente un pucho de cigarrillo que encontró en el cenicero.

  • Llevaba meses sin fumar. Este pucho es tuyo. Deja de fumar, le puede hacer daño al niño – dice sarcástica- y a tu estabilidad sexual, corazón.
  • Te ví llegar.
  • No y sabes que no finjo. ¡Qué mal observador te has vuelto!
  • Y a ti se te está agotando el discurso. No pretendas herirme con una mala copia de la voracidad con la que alguna vez hablaste. 
  • ¡Mirá, se te están escurriendo las babas por el cono de galleta!
  • Ya no me hace gracia tu fingido acento argentino.
  • De un tiempo acá nada nos hace gracia.

Ella siente el frío recorrer por sus vértebras, se abraza con angustia. Sus uñas se clavan en la piel mórbida y las cenizas le rozan los hombros. Se mece de una lado a otro, se arrulla. “Llora, hija” se dice a sí misma. Ella desea ser su propia hija, su propia madre algún día. “Llora… haznos llorar para fluir en el rio sin memoria de los recuerdos incendiados”

Él suspira con fuerza, rebuzna, diría ella. No puede creer que el drama etéreo que lo enganchó a ella sea ahora su molestia intestinal.

  • ¡Para!, harás que llore el niño.
  • Déjalo llorar.
  • He hablado en futuro. ¡Vamos, tu me enseñaste a conjugar!
  • Entonces, hazlo llorar.
  • ¿Te estás escuchando? Estás …
  • ¡HAZLO LLORAR! Ya me robaste los poetas muertos y  los sueños azucarados. No pretendas quedarte con el caudal de la niñez.
  • ¡Para esta pantomima que llamas vida! No te obligué a esto…
  • No quieres escucharlo llorar porque llora como yo. Pobre de ti, creíste haber encontrado un miserable sustituto en él; pero tiene más de mi que de ti. No te supe parir, general generalísimo burgués de mierda…Avísame cuando toques el vacío y andes descalzo en la arena del pavimento.

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